O, mejor dicho, ¿qué habilidades debemos adquirir para transcrear? A día de hoy, al menos en España, la transcreación no está incluida en los planes de estudios superiores en Traducción e Interpretación. Al mismo tiempo, tampoco abundan las investigaciones sobre este tema. Aun así, la formación en transcreación es una realidad, como atestigua la proliferación de cursos de formación para aprender los secretos de la transcreación.
Entonces, ¿qué hay que aprender para transcrear? ¿Basta con «traducir bien de toda la vida»? ¿O hace falta algo más? Como se ha dicho antes, aún no se han hecho muchas investigaciones a este respecto, pero sí que se pueden ir intuyendo algunas de las características que deben tener las y los buenos transcreadores.
Por un lado, si la transcreación es una actividad derivada de la traducción, para transcrear parece lógico que se adquieran las competencias propias de la traducción: dominio excelente de la lengua propia y de, al menos, una lengua extranjera, conocimientos culturales extensos, entre otras muchas.
Por otro lado, dado que se trata de una actividad vinculada a ámbitos del marketing y la publicidad, también parece lógico que, para aprender a transcrear debidamente, también deban adquirirse habilidades y competencias propias de otras disciplinas, como, por ejemplo: comunicación, publicidad, marketing, copywriting, copyediting…
Sin embargo, la habilidad y la competencia que parece destacar por encima de todas las demás es la creatividad. La transcreación no puede entenderse sin la capacidad ni sin el deseo de crear. No en vano, el origen de este término es el inglés transcreation formado a partir de translation (traducir) y creation (creación). Por eso, entre otras muchas habilidades, es difícil concebir a un transcreador que no haya fomentado su creatividad. Es por eso que es una de las características que más debe fomentarse para aprender a transcrear.